Ramush Haradinaj, Lahi Brahimaj e Idriz Balaj,
todos ellos miembros de el grupo terrorista vinculado a Al Qaeda U.C.K,
han sido liberados por el Tribunal Penal Internacional de La Haya de sus
cargos de secuestro y asesinato de serbios, bosnios, montenegrinos y
albanokosovares de religión católica. Dicho tribunal, presidido por el
sudafricano Bakone Justice Maloto, reconoce que dichos crímenes
existieron y que ocurrieron en el cuartel general de dicho grupo
terrorista en Jablanika(cerca de Decani), pero dice carecer de pruebas
inculpatorias suficientes para condenar a estos criminales de guerra.
Hace unos días también fueron liberados por este tribunal penal
internacional los militares croatas Ante Gotovina y Mladen Markac de sus
cargos de limpieza étnica en la Krajina, en la denominada por
Croacia "Operación Tormenta". Al parecer, para dicho tribunal, tampoco
había suficientes indicios que justificaran una condena. Un hecho que
se suma a la liberación del militar bosnio-musulmán Naser Oric, que fue
puesto en libertad por falta de pruebas ante la limpieza étnica de
cristianos serbios en Bosnia, lo que no impide que tenga prohibida la
entrada en Estados Unidos por su extremismo.
Mientras ocurre todo esto, los militares serbios Radovan Karadzic y
Ratko Mladic, para los que no existen en la actualidad pruebas
concluyentes en contra suya, permanecen presos por dicho tribunal. Esta
justicia internacional tan parcialista, y que sorprendentemente no
reconoce el gobierno de Estados Unidos(pese a lo cual el tribunal para
la antigua Yugoslavia es presidido por un norteamericano), ha encontrado
la queja formal del gobierno de Rusia, que ha pedido la disolución
inmediata de Tribunal Penal Internacional para la antigua Yusgoslavia.
Ante esta realidad, y teniendo en cuenta la grave crisis que sufre
Europa, sería conveniente la disolución del TPIY, repartiendo la
financiación europea a este tribunal, que en conjunto asciende a más de
200 millones de euros anuales, entre las millones de familias europeas que se
encuentran con todos sus miembros en el paro y al borde de la exclusión
social.
Miguel Gómez